jueves, abril 03, 2008

Del sexo sin compromiso a las parejas semiadosadas

AMORES LÍQUIDOS

¿Hemos acabado con el amor a base de conferirle flexibilidad, falta de consistencia y duración a nuestros vínculos afectivos?

¿Quien no ha pasado alguna vez por la etapa querer "vivir juntos y separados"?

Temas clave:

Fragilidad de los vínculos amorosos:
el amor al prójimo se ve sustituido por el miedo al extraño creando un preocupante desmoronamiento de la solidaridad en la sociedad cada vez más individualizada que habitamos.

Desregulación: Amparada por una presunta defensa de la libertad individual, la creciente "flexibilización" de mercados y puestos de trabajo ha venido desposeyendo a los antiguos Estados-nación de su capacidad para intervenir frente a los poderes económicos globales .

Políticas de la vida: nuevo territorio generado por la quiebra del viejo núcleo de creencias compartidas por la totalidad social que ha ido forzando a los individuos a buscar soluciones privadas a los problemas públicos. Así florecen alianzas tenues e intercambios fugaces: disueltos los nexos entre elecciones personales y acciones colectivas, el espacio de la modernidad se fluidifica y vuelve inestable.

Liquidez de la modernidad: es resultado de la privatización y provoca la especial fragilidad que revisten hoy día los vínculos humanos como un caso destacado de la lógica del consumo que rige esta sociedad.

Relaciones de bolsillo: relaciones que uno se guarda sin cultivarlas a diario, sólo para sacarlas cuando hace falta. Son muy usuales
de nuestro tiempo y Bauman habla de ellas con tono de reproche frente al modelo de amor "eterno" pese a que su discurso no sea el de un moralista escandalizado por la promiscuidad actual.

Miedo al amor: se trata de la historia que se oculta tras nuestra modernidad tardía aparentemente tan flexible pero en esencia tan rígida. La urgencia consumista, al permear todas las esferas de nuestra existencia, distorsiona igualmente el terreno de los afectos, forzándonos a pensar las relaciones en términos de costes y beneficios y alejándonos cada vez más de una ética responsable y solidaria. Erich Fromm ya nos avisó sobre esto en términos de "miedo a la libertad".

Fluidez e inconstancia:
la ética del trabajo y la fidelidad a la profesión han sido reemplazadas en nuestros días por una estética del consumo y su diversidad de ofertas (comerciales, laborales, sentimentales). No se trata de que nuestros deseos fluctúen o el que vivamos varias historias de amor, sino más bien el que todas esas vidas e historias posean el carácter de simulacros, de "vidas desperdiciadas" también, al fin y al cabo como las de otros parias de la modernidad, porque en ningún caso estamos dispuestos a asumir un compromiso duradero. Aquí radica el punto doliente de los amores líquidos del presente, en el hecho de que el arte de romper las relaciones y salir ileso de ellas supere ampliamente al arte de componer las relaciones, según se aprecia en las páginas de tantas revistas del corazón o en las recetas de tantos gabinetes de autoayuda, que nos adiestran sobre el nuevo espíritu de los vínculos afectivos. Simplemente se trata de aprender a preservarnos, como consumidores de otros que no quieren gastarse a sí mismos.

Vidas desperdiciadas: la paradoja suprema de la cultura de los residuos en que vivimos se resume en la circunstancia de que esos productos de consumo que desechamos a diario simbolizan asimismo nuestra propia obsolescencia y desechabilidad. La angustia de sentirnos superfluos, inútiles y rechazados debería incitarnos a una búsqueda más humilde y solidaria del abrazo humano. Sin embargo, el homo oeconomicus y consumens de nuestro tiempo, que todo lo valora en términos de rendimiento y beneficio, ha distorsionado por completo ese precepto fundante de toda civilización que exige amar al prójimo. Temeroso él mismo de ser consumido y luego arrojado a la basura, se parapeta tras los muros de la privacidad y procura que nada, ni siquiera el amor, le altere y le haga sentir extraño, entablando con los demás una versión más de ese juego de la convivencia humana que a diario nos enseñan los diferentes programas estrellas de la tele-realidad, donde la supervivencia es la meta y ganar dicho juego pasa por saberse servirse de los otros para explotarlos en beneficio propio, evitando el destino final de los desechados.

Deconstrucción de este artículo del Cultural

Más sobre
Zygmunt Bauman

Foto de James Houston y video de Peter Pan de la publicidad Michel Goundry

10 comentarios:

- dijo...

vaya tesis! sintesis de nuestra infatigable realidad socioeconomica,,

pues yo no lo niego:vivimos en una autentica 'era kleenex'. De todos modos, tampoco creía mucho en la que nos antecedía,la del compromiso y la perdurabilidad.

TODO FLUYE, NADA PERMANECE. tampoco echemos la culpa a la economia(esa puta).

Fetish femina dijo...

La cuestión es echarle siempre la culpa a otro... y por supuesto hacerse la víctima.

Aunque la verdad es que de vez en cuando un poco de amor de bolsillo (no necesariamente de billetera) no lo viene mal a nadie.

- dijo...

sí, tiempo al tiempo, ya instalaran puestecillos ambulantes donde pueda adquirirse dosis de amor individuales,tal como si fueran Gofres..

Fetish femina dijo...

Yo quiero una dosis de esas con helado de vainilla y chocolate caliente ;D

- dijo...

precisamente, yo sé cómo conseguir esos tus caprichos, fetishfemm: los tengo yo.....en la punta del..........:D. tomalos!

Fetish femina dijo...

Yo pensaba que tu repartías otras cosas... no tan románticas...

Anónimo dijo...

Siento meterme en esta conversación, pero... esto es lo que pienso:

La teoría sobre el amor de bolsillo o sobre el sexo sin compromiso me parece un poco destructiva. Yo creo que el no querer un compromiso "tradicional" no supone una implicación menor con el otro ni un miedo a este. Vale que no es amor incondicional en el sentido de "ciego", pero puede incluso ser mucho más satisfactorio y aportar muchas más cosas buenas que el amor romántico, también mucho más respetuoso con la libertad personal.

Ya está, seguid ;)

María dijo...

Mira yo pienso que a la sociedad actual le resulta más económico y gratificante reponer que reparar, lo que debilita la solidaridad social y provoca una creciente fragilidad en los lazos y vínculos humanos.

- dijo...

otras cosas?? ..y qué otras cosas...no tan romanticas pensabas que repartía, Fetish femina?¿!

Alice Liddell dijo...

He entrado a devolterte la visita y me he quedado colgada con esta entrada, un análisis muy certero de la situación de las relaciones humanas. Volveré a leerte, te enlazo.

Sonrisas de gato de Cheshire.

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