viernes, diciembre 14, 2007

Irma la dulce, un clásico

Se define como una trabajadora del sexo y miembro de Hetaira, una asociación para la defensa de los derechos de las prostitutas. Asegura que comenzó a ejercer su trabajo por decisión propia, hace doce años, recién llegada de Ecuador: "Una amiga y yo veníamos, en principio, para seis meses. Pero pronto comprobamos cómo podían ganar dinero dos mujeres bonitas".

Carolina es un ejemplo de prostitución ejercida libremente. Según los colectivos que quieren erradicar este oficio, su caso forma parte del ridículo 5% de las prostitutas que lo son por voluntad propia. Sin embargo, este porcentaje sube hasta el 85% en las estadísticas de las asociaciones que luchan por que esta actividad sea regulada como un trabajo más.

Según Garaizábal, el informe no respeta la voluntad de las que venden sexo de forma consentida. Esto es lo que más ha molestado a asociaciones como Hetaira, que defienden que la decisión de una mujer de vender servicios sexuales es respetable y sería segura si la policía no se empeñara en hacerles difícil su trabajo.

La prostitución como opción libre también se ha defendido desde un punto de vista jurídico. Carolina Gala, profesora de Derecho del Trabajo en la Universidad Autónoma de Barcelona, ha explicado que una sentencia de la Audiencia Nacional del año 2003 ya reconoció la licitud de este oficio desempeñado por cuenta propia. El tribunal debía dilucidar si varias mujeres podían fundar una sociedad para la prostitución llamada "Mesalina". Su fallo fue positivo.

Carolina, por su parte, tiene clara su opinión en este debate. "Ahora tengo 33 años y he hecho de todo: clubes, anuncios en el periódico, sociedad con otras chicas en una casa particular... pero lo que más me gusta es la calle. Ahí puedo elegir al cliente y negociar. Por eso quiero que la regulen".

Extraido de aquí

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