martes, abril 10, 2007




"Todo trabajo es digno e importante porque es realizado por una persona humana. La dignidad del trabajo no reside en el tipo de trabajo que uno realiza sino en la persona humana que lo realiza. Por ello, es la persona humana que confiere dignidad a cualquier trabajo y es el trabajador que hace digno el trabajo".
Por eso estoy en casita con tendinitis en la mano derecha y embotameinto y astiamiento cerebral.... 400 minutos diarios de quitar y poner grapas me dignifica como persona.
Ahora tiempo para la reflexión de manos de Luis Racionero:
Marcuse trasciende a Freud en aceptar la posibilidad -utopía, por el momento- de una nueva civilización no represiva, en la cual las relaciones de dominación han desaparecido y los instintos se subliman como en la creación artística. La clave de esta transformación está en la cantidad de tiempo que se dedica al trabajo. Como buen marxista, Marcuse piensa que la dialéctica del trabajo traerá su antítesis, el tiempo libre. Cuanto más trabajo se acumule en máquinas menos trabajo quedará para ocupar a los hombres. Si ese tiempo libre no es absorbido por las estructuras de dominación para aborregar al individuo, éste podría usarlo en aumentar su nivel de conciencia, educarse, expansionarse: auto-realizarse. Esta es la propuesta de Marcuse: es técnicamente posible cambiar trabajo por eros y comenzar una civilización menos represiva de los instintos. Lo escribió en 1956.
Llevo tiempo diciendo que el paro actual es estructural, que se debe al éxito del sistema industrial que inventa máquinas cada vez más potentes e inteligentes. La acumulación de trabajo pasado en máquinas disminuye la cantidad de trabajo que queda para el hombre actual. En vez de intentar producir más y más para buscar nuevo trabajo humano, ha llegado la hora nona de repartir el trabajo, pagando a los últimos lo que a los primeros, como en la parábola evangélica de los obreros en la viña. Pero esa idea cristiana no ha calado en la psicología de los puritanos: ¿cómo van a pagar igual por menos horas? La respuesta es sencilla: porque las otras horas las hacen las máquinas. Es un problema de distribución, que no parece tan utópico si se considera que, ahora mismo, se está sosteniendo a tres millones y pico de personas para que no trabajen. ¿No sería mejor repartir el dinero que se destina a los parados entre todos, y el trabajo también? Los problemas técnicos que esto implica no invalidan la pertinencia de la idea en sí. Reconocer que esto sería deseable, sería ya mucho. Sería darle la razón a Marcuse y algunos más que propusieron tales cambios en la época de los sesenta.
Con este cambio en la organización del trabajo quedaría abierta la viabilidad de una nueva civilización menos represiva, más asimilada al modelo estético que al método esclavista del principio de realidad basado en el principio de productividad.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

PLAS PLAS PLAS! Asín me gusta, reflexiones frescas!
Ha comenzado raro el post, he tenido miedo a que ensalzaras el trabajo. jujuju, que ingenuo. Como en el portalón de Auswitch "EL trabajo os hará libres". Y aquí estoy yo, semilibre por las ondas inalámbricas del curro... no me quejo... por ahora.
Pd: "relaciones de dominación" ;)

Fetish femina dijo...

Yo soy libre hasta el lunes... depués espero que mi libertad regrese en breve....

Anónimo dijo...

Personas "humanas".. curioso..
Sobran comentarios.

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