Devorado
Vive el sexo como una contradicción me decía.
El amor lo saciaba, tal vez demasiado incluso, tal vez no era digno de subir a tales alturas...
El tiempo jugó sus cartas y el deseo siguió su camino natural hasta el desenamoramiento.
La majestuosidad de ella permanecía, continuaba siendo la musa pero él necesitaba sentirse sucio.
El cuerpo y sus instintos tomaron las riendas. Dejó las alturas para impregnarse de olores obscenos. ¿Simplemente necesitaba sentirse impuro?
Explicaciones, palabras, no tienen sentido aunte un torso cubierto de cortes. Desenfreno y penitencia como respuesta a una dualidad confusa.
domingo, septiembre 17, 2006
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